COREA DEL NORTE
"Un momento es más valioso que miles de piezas de oro."
Proverbio coreano |
"Un momento es más valioso que miles de piezas de oro."
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Cualquiera que tenga a los medios de comunicación como única fuente de información acerca de lo que ocurre en este país podría esperarse que el control fronterizo en Corea del Norte sea estricto y severo, donde unos militares con rostro serio chequean todo tu equipaje y aparatos electrónicos en busca de propaganda contra el país y su forma de gobierno, obligándote también a entregar cualquier tipo de material que ellos consideren “sensible” o “peligroso” como pornografía o libros religiosos. Pues nada que ver con la realidad. De hecho, esta descripción se asemeja más al control fronterizo uzbeko que al norcoreano, que en realidad es asombrosamente sencillo. A la hora acordada con Brooklin me dirigí a la estación de tren de Dandong para reunirme con el resto del grupo, que habían viajado en el tren nocturno desde Pekín. Allí Brooklin se encargó de organizar las habitaciones, de darnos las últimas indicaciones y de entregarnos la visa de 5 días que nos iba a permitir entrar en el país. El control de aduanas chino fue muy rápido y sencillo. En la cola, además de poder ver otros grupos de turistas occidentales y chinos que iban a hacer el mismo tour que nosotros pero con diferentes agencias, uno podía encontrarse con multitud de ciudadanos norcoreanos que estaban volviendo a su país debido a las vacaciones de año nuevo, ya que en Corea del Norte celebran la entrada del año el mismo día que nosotros. En el andén nos esperaba un tren de color verde oscuro con bandera norcoreana que por apariencia me recordaba mucho a los trenes económicos chinos y rusos. Sin embargo, a diferencia de los trenes rusos en los que yo viajé, en este caso nuestro vagón consistía en un pasillo longitudinal en uno de los laterales del vagón con una sucesión de compartimentos abiertos con dos bloques enfrentados de 3 camas superpuestas y una mesa en el medio en el otro. No tenía ningún misterio, un típico tren-cama que por su aspecto exterior parecía que llevaba muchos años en servicio. El tren no se demora mucho en partir hacia Sinuiju desde que los pasajeros suben al tren. El trayecto hacia la ciudad fronteriza norcoreana dura pocos minutos y para mí, que había estado antes visitando Dandong, me resultó muy emocionante poder ver desde la ventanilla como íbamos cruzando el río Yalu recorriendo el famoso Puente de la Amistad que une ambos países, dejando atrás el Puente Roto que días antes había visitado. Todos estábamos pegados al cristal de las ventanillas, excitados por ver lo que nos íbamos a encontrar al otro lado del río. Lo primero que pudimos ver, junto a una bandera norcoreana que nos daba la bienvenida al país erigiéndose sobre unos camiones de transporte, fue la pequeña noria que puede verse desde el paseo de Dandong. No obstante la veríamos sólo de pasada, pues presto la dejaríamos atrás para detenernos en la estación de tren de Sinuiju, donde teníamos que pasar el pertinente control de aduanas. En este punto es donde empieza la emoción. Yo, que ya me había informado previamente sobre cómo era este control de frontera, sabía que no era para tanto. Sin embargo, casi toda la demás gente del grupo estaba bastante angustiada y asustada, como creyendo que por decir una palabra fuera de lugar les fueran a meter en la cárcel. Lo gracioso del asunto es que como los norcoreanos saben que casi todos los turistas occidentales creen eso, juegan con esto y bromean al respecto. Primero entra un militar fronterizo pidiendo muy seriamente los pasaportes y visas de todos los pasajeros mientras entrega a los guías de los diferentes grupos unos papelitos cuya información a rellenar individualmente es muy parecida a la que tienes que rellenar en China, Uzbekistán o Turkmenistán. Seguidamente, entrarán varios militares fronterizos con el objetivo de revisar el equipaje de cada uno. En mi vagón entró una mujer de mediana edad con gesto serio y enfadado que se sentó apartando y sin pedir permiso en la cama de enfrente. Nos miró a todos de forma desafiante, como intentando decirnos con la mirada que estábamos entrando en el maldito infierno, que cualquier mal gesto podía llevarnos directos a esos campos de trabajo de los que tanto gusta hablar en los medios de comunicación occidentales. Al matrimonio australiano se les veía bastante nerviosos, asustados. La propaganda anti-norcoreana occidental ha hecho tanta mella que la gente cree que por mirar equivocadamente a un guardia a uno lo meten en la cárcel. Entonces, de golpe, la mujer empieza a reírse orgullosa como diciendo “mira qué palurdos, se lo han tragado” y entre risas nos pide a todos que le enseñemos y le digamos el número de aparatos electrónicos que llevábamos (ordenadores, móviles, cámaras…) para que ella pudiera apuntar en un papelito el número total. Tras eso, nos indicó que por favor apagáramos el gps de las cámaras digitales que tuvieran esa función y nos pidió que abriéramos uno a uno nuestro equipaje. Miró muy por encima las diferentes maletas y mochilas, dejándose algunas sin ni siquiera examinar, y sólo nos preguntó si llevábamos con nosotros algún tipo de libro o película con propaganda anti-norcoreana (como por ejemplo la película “La entrevista”). Tras acabar, sonriendo y muy amable, nos dio la bienvenida y se fue para el siguiente vagón.
Esto fue todo. Nada más. Desde que empecé mi viaje esta ha sido una de las fronteras terrestres más fáciles y sencillas de cruzar. Apenas examinan nada. Podría haber llevado una maleta llena de droga que nadie se hubiera dado cuenta. Ni perros, ni escáneres, ni examen detallado del equipaje. En Uzbekistán me hicieron incluso enseñar las fotos del móvil y del portátil y me vaciaron completamente la mochila encima de una mesa para asegurarse de que no llevaba nada ilegal, mirando una a una todas las medicinas que llevaba. Aquí, sin embargo, hacen un chequeo muy por encima, rompiendo otro de los mitos existentes sobre el país, en el que dicen que te revisan todo y que te confiscan los diferentes aparatos electrónicos que lleves para que no puedas grabar ni sacar fotos. Y ahora sí. Ya estaba legal y oficialmente dentro de Corea del Norte pero, a partir de aquí, ya es otra historia.
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